Descubre las e-rúbricas mediante la herramienta Rubistar
Por Danna Valentina Salinas Muñoz
El constante cambio en el paradigma educativo conlleva nuevos retos de todo tipo en la práctica docente, entre estos incluidos adaptar el estilo de enseñanza a cada generación de estudiantes que pasa por nuestras aulas. Esto se ve especialmente reflejado en la evaluación y en la adaptación de las formas de evaluar, uno de los retos más temidos por la mayoría de los profesores de todos los niveles de formación.
El proceso evaluativo es uno de los más complejos en el aula pues usualmente se piensa en valorar al estudiante en términos mayormente cuantitativos en torno a los objetivos de aprendizaje delimitados para cada unidad temática. Suena como un trabajo agotador y difícil de calcular teniendo en cuenta que el ritmo de aprendizaje varía de estudiante a estudiante, ¿verdad? Pues bien, la rúbrica, como herramienta de evaluación, pretende hacer este proceso más ameno con una serie de indicadores o criterios alineados a una escala de niveles de desempeños para retroalimentar a los aprendices.
Ante todo, cuando hablamos de rúbricas como herramienta para la evaluación estamos hablando de una mejora en el proceso enseñanza-aprendizaje del estudiante involucrándolo activamente en su formación. Esto debido a que, una vez trazado el objetivo de aprendizaje, se vuelve consciente del objetivo de aprendizaje a cumplir hasta llegar al producto final del curso. Adicionalmente, esta matriz de evaluación le revela lo que el docente espera de su trabajo y el logro de competencias por lo que sirve de guía para familiarizarse con los criterios y estándares (el qué y el cómo de lo que se evalúa según la actividad). Eventualmente, si así sucede, es posible favorecer al vínculo comunicativo con su profesor para la retroalimentación e intercambio de comentarios con miras hacia la mejora de habilidades y profundización de conocimientos, es por ello por lo que se hace indispensable de utilizar en el aula de clases.
Ahora bien, cabe resaltar que una rúbrica no es un instrumento del tipo one size fits all, más bien de esta vital herramienta se desglosan dos tipos con matices diferentes que complementan y acompañan el proceso de aprendizaje cada una desde un enfoque particular. En primer lugar, la rúbrica analítica corresponde a la evaluación de forma detallada y descriptiva del desempeño del estudiante centrándose en aquello que requieren para mejorar (fortalezas y debilidades). Por otro lado, la rúbrica global u holística, tal como lo indica su nombre, se enfoca en el panorama general del desempeño del estudiante, lo que significa que su retroalimentación no se lleva a cabo de manera tan específico en detalles como ocurre en la rúbrica de categoría analítica. No obstante, resulta claro que esta valoración formativa de actividades y tareas no implica necesariamente que sea una labor exclusiva del enseñante, las rúbricas también extienden las posibilidades a una evaluación entre compañeros incluso da pie para una autoevaluación de modo que, una vez conocen los criterios, pueden supervisar y supervisarse su proceso fortaleciendo el componente colectivo y reflexivo del aula.
Timmerman et. al (2011) en García et. al (2017) demostraron, a través de una investigación e implementación de estas para estudiantes de Laboratorio de Biología con el fin de “evaluar las capacidades de razonamiento y escritura”, que las rúbricas en las aulas de educación superior no sólo denotan objetividad y transparencia en las calificaciones, sino que aseguran “la validez en la evaluación del rendimiento del estudiante” y, a su vez, se convierte en una medida estándar que aligera el peso de la labor docente cuando se está a cargo de múltiples cursos en un mismo semestre.
Consecuentemente, la cuestión que queda por responder es: ¿Cómo elaborar una rúbrica? Este proceso requiere, en primer lugar, precisar los objetivos de aprendizaje, que pueden tomar base de los verbos según niveles de aprendizaje en la taxonomía de Bloom, y los elementos principales de la asignación a valorar. Estos deben ser establecidos con claridad, evitando ambigüedades, y, lógicamente, deben mantener coherencia con lo que se ha enseñado o se va a enseñar en las clases.
Una vez se han concretado las variables anteriormente mencionadas es momento de enfrentarse a la estructura de la rúbrica delimitando la clasificación de esta (analítica o global). Posteriormente, se deben definir tanto las escalas de calificación (destacado, satisfecho, suficiente e insuficiente o en términos numéricos del 1-5, por ejemplo) como los descriptores de los elementos a valorar con suficiente detalle en la justificación de cada escala y, con ello, se ve necesario determinar niveles de importancia de los criterios para asignarles un peso adecuado.
Finalmente, sobre la estructura visual de la rúbrica, esta usualmente se realiza en un formato de cuadro por lo que cabe recordar que en las columnas (alineación vertical) se ubican los niveles de rendimiento para cada criterio mientras que en las filas (alineación horizontal) se encuentra el criterio en sí.
Como último paso, y en palabras de Gatica-Lara y Uribarren-Berrueta (2013), para culminar el proceso debe ser “revisar la rúbrica diseñada y reflexionar sobre su impacto educativo” ya sea individualmente, con otros profesores e incluso con el mismo grupo que va a ser evaluado. Si bien se podría realizar todo este proceso en una hoja de papel física, la difusión y elaboración de esta matriz de evaluación se ve facilitada por herramientas digitales, de ahí que las rúbricas que sean creadas reciban el nombre de e-rúbricas (rúbricas electrónicas).
Entre las herramientas más utilizadas para este propósito se encuentran: Corubrics, Rubric Maker, Rubrix y Rubistar; Siendo esta última un poco más completa que las otras, ya que además de crear e-rúbricas para proyectos de actividades de aprendizaje ofrece una variedad de formatos prediseñados según el enfoque de la actividad. ¿Qué esperar para descubrir las e-rúbricas?
El proceso evaluativo es uno de los más complejos en el aula pues usualmente se piensa en valorar al estudiante en términos mayormente cuantitativos en torno a los objetivos de aprendizaje delimitados para cada unidad temática. Suena como un trabajo agotador y difícil de calcular teniendo en cuenta que el ritmo de aprendizaje varía de estudiante a estudiante, ¿verdad? Pues bien, la rúbrica, como herramienta de evaluación, pretende hacer este proceso más ameno con una serie de indicadores o criterios alineados a una escala de niveles de desempeños para retroalimentar a los aprendices.
Ante todo, cuando hablamos de rúbricas como herramienta para la evaluación estamos hablando de una mejora en el proceso enseñanza-aprendizaje del estudiante involucrándolo activamente en su formación. Esto debido a que, una vez trazado el objetivo de aprendizaje, se vuelve consciente del objetivo de aprendizaje a cumplir hasta llegar al producto final del curso. Adicionalmente, esta matriz de evaluación le revela lo que el docente espera de su trabajo y el logro de competencias por lo que sirve de guía para familiarizarse con los criterios y estándares (el qué y el cómo de lo que se evalúa según la actividad). Eventualmente, si así sucede, es posible favorecer al vínculo comunicativo con su profesor para la retroalimentación e intercambio de comentarios con miras hacia la mejora de habilidades y profundización de conocimientos, es por ello por lo que se hace indispensable de utilizar en el aula de clases.
Ahora bien, cabe resaltar que una rúbrica no es un instrumento del tipo one size fits all, más bien de esta vital herramienta se desglosan dos tipos con matices diferentes que complementan y acompañan el proceso de aprendizaje cada una desde un enfoque particular. En primer lugar, la rúbrica analítica corresponde a la evaluación de forma detallada y descriptiva del desempeño del estudiante centrándose en aquello que requieren para mejorar (fortalezas y debilidades). Por otro lado, la rúbrica global u holística, tal como lo indica su nombre, se enfoca en el panorama general del desempeño del estudiante, lo que significa que su retroalimentación no se lleva a cabo de manera tan específico en detalles como ocurre en la rúbrica de categoría analítica. No obstante, resulta claro que esta valoración formativa de actividades y tareas no implica necesariamente que sea una labor exclusiva del enseñante, las rúbricas también extienden las posibilidades a una evaluación entre compañeros incluso da pie para una autoevaluación de modo que, una vez conocen los criterios, pueden supervisar y supervisarse su proceso fortaleciendo el componente colectivo y reflexivo del aula.
Timmerman et. al (2011) en García et. al (2017) demostraron, a través de una investigación e implementación de estas para estudiantes de Laboratorio de Biología con el fin de “evaluar las capacidades de razonamiento y escritura”, que las rúbricas en las aulas de educación superior no sólo denotan objetividad y transparencia en las calificaciones, sino que aseguran “la validez en la evaluación del rendimiento del estudiante” y, a su vez, se convierte en una medida estándar que aligera el peso de la labor docente cuando se está a cargo de múltiples cursos en un mismo semestre.
Consecuentemente, la cuestión que queda por responder es: ¿Cómo elaborar una rúbrica? Este proceso requiere, en primer lugar, precisar los objetivos de aprendizaje, que pueden tomar base de los verbos según niveles de aprendizaje en la taxonomía de Bloom, y los elementos principales de la asignación a valorar. Estos deben ser establecidos con claridad, evitando ambigüedades, y, lógicamente, deben mantener coherencia con lo que se ha enseñado o se va a enseñar en las clases.
Una vez se han concretado las variables anteriormente mencionadas es momento de enfrentarse a la estructura de la rúbrica delimitando la clasificación de esta (analítica o global). Posteriormente, se deben definir tanto las escalas de calificación (destacado, satisfecho, suficiente e insuficiente o en términos numéricos del 1-5, por ejemplo) como los descriptores de los elementos a valorar con suficiente detalle en la justificación de cada escala y, con ello, se ve necesario determinar niveles de importancia de los criterios para asignarles un peso adecuado.
Finalmente, sobre la estructura visual de la rúbrica, esta usualmente se realiza en un formato de cuadro por lo que cabe recordar que en las columnas (alineación vertical) se ubican los niveles de rendimiento para cada criterio mientras que en las filas (alineación horizontal) se encuentra el criterio en sí.
Como último paso, y en palabras de Gatica-Lara y Uribarren-Berrueta (2013), para culminar el proceso debe ser “revisar la rúbrica diseñada y reflexionar sobre su impacto educativo” ya sea individualmente, con otros profesores e incluso con el mismo grupo que va a ser evaluado. Si bien se podría realizar todo este proceso en una hoja de papel física, la difusión y elaboración de esta matriz de evaluación se ve facilitada por herramientas digitales, de ahí que las rúbricas que sean creadas reciban el nombre de e-rúbricas (rúbricas electrónicas).
Entre las herramientas más utilizadas para este propósito se encuentran: Corubrics, Rubric Maker, Rubrix y Rubistar; Siendo esta última un poco más completa que las otras, ya que además de crear e-rúbricas para proyectos de actividades de aprendizaje ofrece una variedad de formatos prediseñados según el enfoque de la actividad. ¿Qué esperar para descubrir las e-rúbricas?
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Referencias Bibliográficas
García, M., Belmonte, M. y Galián, B. (2017). Opinión del alumnado sobre el empleo de rúbricas en la Universidad. Estudios Pedagógicos, XLIII (2), 93-113.
Gatica-Lara, F., & Uribarren-Berrueta, T. (2013). ¿Cómo elaborar una rúbrica? Investigación En Educación Médica, 2(5), 61–65. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-50572013000100010
Mora Vargas, A. I. (2004). La Evaluación educativa: Concepto, periodos y modelos. Revista Electrónica Actualidades Investigativas en Educación.
Salas Luna, M. V. (2020). La importancia de las rúbricas y su utilización en las evaluaciones.
García, M., Belmonte, M. y Galián, B. (2017). Opinión del alumnado sobre el empleo de rúbricas en la Universidad. Estudios Pedagógicos, XLIII (2), 93-113.
Gatica-Lara, F., & Uribarren-Berrueta, T. (2013). ¿Cómo elaborar una rúbrica? Investigación En Educación Médica, 2(5), 61–65. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-50572013000100010
Mora Vargas, A. I. (2004). La Evaluación educativa: Concepto, periodos y modelos. Revista Electrónica Actualidades Investigativas en Educación.
Salas Luna, M. V. (2020). La importancia de las rúbricas y su utilización en las evaluaciones.